Análisis

Una Galería de Post-Punk

Una Galería de Post-Punk

Cristina Castro
Imagen portada de
Camilo Calderón
2020-07-20

Un amplio espectro de sonidos, moods y voces apenas justificados bajo la etiqueta ‘postpunk’ emergieron de la Inglaterra de los tempranos ochentas. Hoy, para todos ustedes, una galería de breves reseñas de discos representativos unos, atípicos otros, de esa época.

Un torbellino iridiscente: Siouxie and the Banshees – A kiss in the dreamhouse (1982) por Cristina Castro

A primera vista la luz te impacta. Una sobredosis de brillos producidos por los golpes que reciben los platos de la batería de Peter Budgie ciegan tus sentidos. TODOS. Una cascada de farolas cae en tus ojos: “I felt ten thousand volts, My chest was full of eels”.

A kiss in a dreamhouse es un disco que se embadurna en los sentido de todos aquellos que vivieron los ochentas, y más allá; en todo el que sea capaz de reconocer en sus sonidos experimentales y diversos una nueva manera de sobrevivir al caos, a lo abigarrado de los momentos, a amores lunáticos y al carrusel que es la vida, en el que solo se reconocen manchas de colores cuando la vemos pasar. Lo comprendo mejor viendo a mi mamá (una goda de 65 años no consagrada porque vota liberal) moviéndose al ritmo de Painted bird, la canción siete del álbum de Susana Ballion, más conocida como Siouxie Sioux, y sus Banshees. Luego del efecto enceguecedor de Cascade, canción con la que abre el álbum, hay que subirle nuevamente el volumen al equipo (PC, reproductor de sonido, celular o lo que sea), pues se lo he bajado porque la cascada apabulla mis oídos, los efectos lo ameritan: campanas tubulares, efectos vocales, campanillas, bucles, grabaciones recicladas, sonidos de cubos de agua congelándose, los gritos eróticos accidentales que la chelista exhala al golpearse tocando merecen ser reconocidos suavemente.

Luego de esa primera caída en gracia del sonido, en la revelación de los miedos y la locura que acompaña al LSD que conoce Siouxie por primera vez en los estudios de grabación en ese alborotado 1982, el cuerpo se relaja, se deja llevar por el efecto cíclico, los carruseles sonoros, las revelaciones tácitas de los sonidos que, a la perfección, capturan la forma geométrica de Circle, quinta canción del álbum; pero no es sólo ésta la que nos va llevando en esa ruleta que nos hace mover las manos en el aire, imaginarlas ardiendo y formando en el espacio ese círculo incandescente que gira detrás de la cabeza de Siouxie en el video de la canción, es también Obssesion, una historia que se repite en muchas vidas, porque siempre habrá alguien que ha vivido bajo el dominio de otro por los sentimientos que desencadena, Siouxie lo sabe más que nadie: “…most relationships can be broken down into someone being manipulated and overpowered by someone else.” Y así lo revelan las palabras que le dedica a una historia escuchada en un bar y que relaciona con su propia vida:

Do you hear this breath it’s an obsessive breath
Can you feel this beat it’s an obsessive heart beat
Waiting to be joined with its obsession
I close my eyes but I can’t sleep
The thin membrane can’t veil
The branded picture of you
The signs and signals show, the traffic lights say go
Again you baffle me pretending not to see, me
I broke into your room, I broke down in my room
Touched your belongings there, and left a lock of my hair
Another sign for you.

La velocidad con que inicia Painted Bird, cuarta canción en el álbum remasterizado que incluye un tema más (Fireworks), se acomoda en un hit-hat y un redoblante a toda máquina; nos habla del vuelo de un pájaro que se pinta de colores para ocultar el dolor y la tristeza que al final serán limpiados:

I hear your sorrow, may lose tomorrow
You’ll lose you sorrow
When a fated weather will cleanse away
That painted feather and all that sorrow, sorrow, sorrow…

Lanzado en 1982, año en que las exportaciones de coca estaban desbancando a las de la marihuana Punto Rojo y Santa Marta Golden en Estados Unidos, el álbum mezcla los traumas infantiles, las relaciones sentimentales y el LSD en un torbellino iridiscente.

Actos violentos inhumanos al azar: The Birthday partyDrunk on the Pope’s blood (1982) por Conejo

Este disco del que no tenía ni idea y que ahora es una suerte de joya en digital que adoro es una miscelánea de grabaciones bajo el nombre de Drunk on the Pope’s Blood. Al principio estuve confundido, porque la entrada en la Wikipedia de este disco es apenas un LP que incluye material de una sesión compartida de los australianos con nada menos que Lydia Lunch en 1981, sesión hecha LP en 1982. Debo confesar que sigo confundido, porque por alguna razón llevo años pensando que este es un compilado de lives. Tampoco me atreví a comparar mi tracklist con los centenares de presentaciones en vivo de la banda en su vida activa en Europa. Sin embargo, este disco del que hablo contiene temas de la banda que no había escuchado nunca, ni The Plague (cuya letra no alcanza mi pinche inglés a descifrar pero cuyos pasajes atmosféricos me hacen pensar en ese álbum de Howard que se llama Teenage Snuff Film, donde intenta unas baladas que le rayan a uno la piel), ni After the Fireworks ni After, After the Fireworks, un par de piezas ornamentadas por la lascivia de Nick y el bajo de Pew.

Acá el tracklist de mi disco y acá el link del post original:

  1. (Sometimes) Pleasure Heads Must Burn
  2. King Ink
  3. Zoo Music Girl (oh God please let me die beneath her fists!)
  4. Loose (un cover de Iggy Pop)
  5. Ho Ho
  6. The Plague
  7. Scatterbrain
  8. The Friendcatcher
  9. Dead Joe (una balacera si tienes un buen estéreo)
  10. After the Fireworks
  11. After, After the Fireworks

Y ahora, ¡la reseña! (no del disco, sino un breve impresión general de la banda)

De improviso, los prisioneros/pacientes del manicomio local, que visita Burroughs de la mano del Dr. Benway, se levantan hilarantes contra la represión de Libertonia, una suerte de condado/manicomio. El Doc y Burroughs corren al techo a tomar un helicóptero que los sacará de este episodio apocalíptico.

Desde el techo del C.R. asistimos a una escena de horror sin igual. Los DIs* andan por delante de las mesas de café con largos hilos de saliva colgándoles de la barbilla y los estómagos haciendo sonoros gorgoteos, otros eyaculan a la vista de las mujeres. Las latahs** imitan a los transeúntes con obscenidad de monos. Los yonquis han saqueado las farmacias, se chutan por las esquinas… Los catatónicos decoran los parques… Los esquizofrénicos se apresuran por las calles con gran agitación lanzando gritos desgarradores, inhumanos. Un grupo de PRs —Parcialmente Reacondicionados— tienen rodeados a unos turistas homosexuales y les hacen ver sus cráneos nórdicos sobrepuestos con horribles sonrisas comprensivas.***

Gritos desgarradores, sonoros gorgoteos, obscenidad, gritos inhumanos… El repertorio y perfomance de los The Birthday Party han hecho de ese episodio de Naked Lunch su arte poética; cada tema grabado por esta gente imita esa revolución inútil de pacientes químicamente dañados que van por ahí, haciendo lo que les da la gana con los sentidos de los demás. “Al parecer, -nos dice Burroughs en la introducciòn a la novela en cuestión- yo tomé notas detalladas sobre la Enfermedad y el delirio.” y yo pienso como, ‘dios mío, Nick y Howard también tomaron notas’. Cada alarido que grabaron juntos son actos violentos inhumanos al azar. Aullidos de transeúntes punk atestados en buses y callejuelas, en ollas de drogadictos fermentando penas y resentimiento, acumulando resacas y paseos cotidianos, ebrios y con un cigarrillo permanente en esa jeta: una descarga de maníaca y brillante violencia.

*Pacientes con Daño Nervioso Irreparable (Nota de Burroughs)

**El latah es un estado que aparece en el Sudeste asiático. Los latahs, que en otros aspectos son normales, imitan compulsivamente todos los movimientos una vez que se ha atraído su atención con un mero chasquido de dedos o una voz de mando. Una forma de compulsión hipnótica involuntaria. A veces se causan heridas a sí mismos al tratar de imitar los movimientos de varias personas al mismo tiempo. (Nota de Burroughs)

***La belleza de “Los catatónicos decoran los parques” es una de las joyas del humor tipo Swift que recorren la novela entera.

Guirnaldas por enésima vez: Cocteau Twins – Garlands (1982) por Conejo

Este álbum no ha logrado dejarme, es hipnótico y lo peor es que, ahora que lo vuelvo a oír no me parece el mejor disco de los Cocteau, o sea Heaven or Las Vegas es El disco de esta banda, Garlands es apenas el debut. Sin embargo, este disco vuelve a mi vida y evoca puros sin sentidos. Antes eran como bosques helados y lluvia interminable, esta vez solo pienso en vistazos a los cerros desde un bus. Oyendo ese disco, a medio camino entre la casa y el trabajo con audífonos puestos, se siente uno cubierto en una niebla luminiscente; de vuelta a casa el ocaso alcanza la cumbre de los cerros nublados, uno puede admirar la luz aunque haga mucho frío, como quien se acerca a un fuego que no calienta. Así más o menos es escuchar este disco. Presten atención a lo ominoso del bajo en Wax and Wane, en Shallow Then Halo. En The Hollow Men, la guitarra rompiendo con cada ciclo, la gimnasia vocal de la Frazer, los bloques de chillidos reverberantes. Toda esas texturas y ambiente embutido en un disco espeso y difícil (las letras son absurdamente crípticas).

Sigues solo: Seventeen seconds The Cure (1980) por Conejo

En los lapsus minimalistas del disco ya puede uno oir, en retrospectiva, ensayos de las tonadas futuras de los The Cure; A Reflection, Three y The Final Sound no son precisamente instrumentales ahí puestos entre canciones para ambientar, son ya el tipo de introspecciones sonoras claves para la unidad de discos difíciles que vendrán, como el Faith  o el Pornography por ejemplo. Aun así, de camino a la desolación del Pornography o el desastre emocional del Disintegration, la angustia, incertidumbre y ruina del amor en el Seventeen seconds conserva temitas bailables e inolvidables de la banda como A forest y A play for Today. Temitas que le suman a esa arte poética de los inicios de la banda: no importa qué tan cascado se pueda estar por la vida o el amor, sigue siendo preciso bailar aunque estemos muertos por dentro.

Un disco reflexivo, una bocanada de humo al final de la fiesta recién fenecida, mientras la luz de la mañana se asoma tímida por las ventanas y se va tomando la habitación; pasaste la noche discutiendo con alguien que se enamoró de otro alguien en esa misma fiesta, pasaste la noche detrás una chica que nunca estuvo ahí. La noche pasó en vano, eres el último ser vivo en pie. Y sigues solo.

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