Análisis

Ritácora: Un homenaje a la montaña

Ritácora: Un homenaje a la montaña

Camilo Calderón
Imagen portada de
John Umaña
2020-07-28

Es difícil explicar el amor que muchos le tienen a escalar la montaña. Intentar alcanzar el cielo es tan viejo como la humanidad misma, y el montañismo es un pequeño fragmento de ese sueño, uno que trae un corto episodio de gloria, dolor y orgullo en tan poco el tiempo que tenemos aquí. Llegar a la cima no solo trata de un desplazamiento y de un logro físico; es una cuestión que deja claros los posibles límites de la voluntad humana—y sus debilidades—al ser una especie de rito crepuscular donde se pone todo valor y coraje a prueba sin importar el terreno. El mundo es un gigantesco campo donde se dibujan y desdibujan esas metas a las que podemos llegar.

El rico panorama geológico de los Andes es una cantera para el cultivo de estos sueños de pequeños gigantes. En definitiva, las montañas colombianas son un pedacito de litósfera que reta—y a veces derrota—a muchos luchadores año tras año, en todas las condiciones y en todos los niveles de esta pasión.

John Umaña es un tipo creativo; un diseñador e ilustrador con hobbies y un trabajo como muchos de nosotros en la montañosa y elevada Bogotá. También fue mi profesor en el colegio, en un taller de historieta que terminó acercándome a mi carrera universitaria. Él es un diseñador gráfico de la Universidad Nacional, y sigue aún estando enamorado de la montaña.

En 2005 John era un profesor particular; tenía el depósito de oficina lleno de imágenes, dibujos, muñecos de plastilina y pintura; además, era el único que se atrevía a pintar las paredes de su salón de clases. Por mi parte, como un alumno lánguido y que se la pasaba dibujando, usaba buena parte de mi tiempo para hacer proyectos de carteles y encargos para eventos del colegio. Ser parte de los 'artefinalistas' del colegio me daba la estupenda la oportunidad de capar clase con mis amigos y pintar mientras sonaban los CD piratas que vendía en los descansos.

Siempre que se daba la oportunidad, John dibujaba algo relacionado con el montañismo. En una ocasión me contó sobre su proyecto de grado y vi algunas fotografías de él y sus compañeros de viaje en la Sierra Nevada del Cocuy. Diez años más tarde conocí el libro. Se trata de un proyecto ilustrativo terminado en 1999 y que retrata de una forma única varias historias detrás de sus expediciones.

La montaña y sus escaladores
La montaña y sus escaladores - Tomado de Ritácora, de John Umaña (1999)

Ritácora—el nombre del proyecto—nació por tres grandes amores de John en su momento: Las montañas, la fotografía y la ilustración.

En su tercer semestre de carrera uno de sus primos le mostró unas imágenes que logró en el Cocuy; fueron suficiente para que en 1995 diera su primer viaje al Ritacuba Blanco y se acercara, impresionado, a escenarios naturales que no se imaginaba que existían en Colombia. La idea, que aún no se materializaba en un proyecto de grado, empezó con fotografías hechas en su cámara análoga, y como es común en esta técnica, la cautela al disparar era mayor ya que casi siempre sólo llevaba tres rollos de 24 fotos y un cuerpo—que fácilmente podrían deteriorarse por el sol y la lluvia.

Hacer fotografía análoga tiene muchos encantos, más si hablamos de una travesía de montaña. Esperar el revelado era lo que más inspiraba a John en ese momento. Pasaban casi siempre unos quince días mientras se realizaba el viaje, para luego revelar y positivar cada una de las imágenes elegidas. Se revelaba entre los viajes, y se exploraba constantemente en técnicas. Era gastarse los ahorros en negativos, en libretas y en materiales. Muchos se acababan rápido, otros se perdían en los caminos hostiles. Las imágenes que quedaron fueron el insumo más grande para plantear el proyecto, ya de vuelta en casa.

Vistas al horizonte
Vistas al horizonte - Tomado de Ritácora, de John Umaña (1999)

No en todo momento la cámara hacía la única memoria visual sobre los recorridos. John llevaba material para bocetar, en una libreta, los diferentes paisajes y momentos que por cuestiones de la cautela o simplemente una limitación técnica su cámara no podía capturar a su paso. Esta libreta también sirvió como repositorio de sus pensamientos en medio de las expediciones; uno donde dejaría manifiestos, poemas y recuerdos a veces helados sobre personajes del campo colombiano—algunos con características únicas e historias de carácter espiritual que de cierto modo cambiaron su perspectiva sobre la vida, los elementos y el hacer humano.

En medio de su recorrido en la universidad llegó al punto de plantearse realizar un libro sobre las montañas de Colombia, sus páramos y sus nevados; principalmente inspirado en parte por un libro de la editorial Villegas llamado Alta Colombia—un título con una alta calidad fotográfica dedicado a mostrar rincones únicos de este gran trozo de tierra. En ese momento los bocetos en las libretas dañadas por el clima, la ropa desgastada y las historias personales cobraron vida en lo que sería el proyecto Ritácora—con su nombre basado en el Ritacuba Blanco, su primera expedición.

Pastor Correa, guía de la montaña
Pastor Correa, guía de la montaña - Tomado de Ritácora, de John Umaña (1999)

Docentes de la talla de Gabriel Suárez y David Consuegra dejaban claro en sus cátedras que el trabajo de grado al que se enfrentaría sería como la guerra; uno va a ella con las mejores armas. La escalada en cierto sentido también pide una valentía única, donde la verdadera competencia es con uno mismo y donde se pierde la noción del tiempo, del cansancio y del miedo por la excusa de lograr el camino y llegar a la meta. Es esta lucha la que vendría siendo un trabajo de un año para consolidar un libro de más de setenta páginas.

Un libro realizado enteramente a mano, con arreglos caligráficos e ilustraciones de veintidós viajes, cada uno de aproximadamente siete días. Cada viaje con un tema—y sentimientos—principales—como la lluvia, el barro, la reflexión, la niñez, las cumbres, entre otros. Un homenaje a la montaña con un objetivo claro: Despertar la conciencia, amar la vida y vivir la libertad en cada cumbre.

Obras como El camino de la montaña, de Erwin Krauss fueron de suma importancia para la construcción de su proyecto. La idea del hombre nómada que recorre los espacios y que tiene respeto por la tierra y los recursos naturales—en especial el agua—es un tema central y recurrente en los diferentes relatos retratados en acuarela, tinta china, gel de bolígrafo y materiales inusuales como café—hecho especialmente para la creación de tonos y acabados en el papel en el libro.

Más de la mitad de imágenes están basadas directamente en las fotografías clasificadas y bocetadas en los seis primeros meses de preparación. Las tapas fueron realizadas con pulpa de pajonal de páramo adherida a una camiseta que estuvo presente en sus viajes, pisada en el respaldo por la huella de una de sus botas de escalada. El aroma a café—según cuenta Umaña—llenó los salones donde el libro estuvo presente para exponer y ser juzgado por Dioscórides Pérez—respetado artista y grabador—Carlos Riaño—reconocido ilustrador infantil—y David Consuegra—quien en la práctica es el papá del Diseño Gráfico en Colombia. El libro Ritácora recibió título de tesis meritoria—en un contexto donde prácticamente todos los trabajos de grado ya se realizaban en computador—y es una pieza que John aún conserva entre sus recuerdos más fuertes de la universidad, en un sencillo archivo en su apartamento de Suba.

Fotografía del libro
El libro en mis manos.

El original, a pesar de no sufrir directamente la intemperie, ya sufre los daños que sólo el tiempo y el aire pueden inflingir. Sus hojas ya no emanan aroma a café recién molido; sus pastas se cuartean lentamente; sus tintas se desvanecen de la misma forma cómo los atardeceres en la Sierra pierden su tinte naranja en la memoria del autor. El libro, así como el hombre envejecen con el tiempo, y son las glorias de llegar a la cima las que realmente nunca van a marchitar aquí. El caucho de las botas no resistirá nunca lo que el respiro helado en los últimos pasos del Ritacuba le dio a los marchantes.

Ritácora nos demuestra que acercarse a la cima no es solo subir la montaña, tampoco es sólo una cuestión de pasión y de superación. Viajar es atravesar un espacio en todas sus dimensiones y ser transformado con la historia que sólo el lugar y su gente trae consigo. Cada paso tembloroso en la piedra volcánica, cada taza de café metálica con familias campesinas, cada cátedra sobre el valor del agua dada por un amigo indígena y todas las reflexiones en medio del frío, el lodo y el cansancio hacen parte de algo que sólo la montaña puede dar en nosotros.

"Estas son palabras e imágenes de Allá Arriba:
Nacen abrazadas al cielo,
Caminan vivas por un manto blanco de nubes;
Junto al viento solemne y frío,
purifican el cansancio del cuerpo,
Encendiendo el espíritu del amor,
en nuestra conciencia nómada por siempre."
John Umaña - Ritácora (1999)

Comparte este artículo

NO TE AHOGUES: SUMÉRGETE

Recibe el contenido más reciente de Laguna Negra directamente en tu bandeja de entrada registrándote aquí. Fácil, gratis, cero spam.

Thank you! Your submission has been received!
Oops! Something went wrong while submitting the form.
Patreon Logo

¿Te gusta lo que estás leyendo? Haz parte de nuestra comunidad de lectores Laguna Negra en Patreon y recibe contenidos adicionales, listas curadas y mucho más.

¡Quiero apoyar a Laguna Negra!

Te invitamos a leer: