Análisis

De la cebada al comercio: El barrio Castilla

De la cebada al comercio: El barrio Castilla

Invitados LN
Imagen portada de
Marcia Díaz
2020-07-19

Para llegar a Castilla, en 1969, año de su fundación, se tomaba la ruta Rápido Pensilvania que por 50 centavos acercaba a sus habitantes a un lugar caracterizado por ser una urbanización de color blanco rodeada de lagos que albergaba casas con amplias y hermosas zonas verdes. Los terrenos que conformaban el barrio pertenecían a los Jesuitas que en 1967 decidieron vender al Instituto de Crédito Territorial, estos empezaron a construir casas y a venderlas a cuotas mensuales de 500 pesos en un plazo de 15 años, según la JAC.

En los alrededores sólo había cultivos de cebada y por tratarse de una nueva urbanización carecían de locales comerciales para comprar productos de primera necesidad, por esta razón mucha gente se sintió estafada y vendieron sus casas. Al principio hasta conseguir un desayuno era complicado, pues para comprar leche tenían que ir a donde actualmente queda el CAI, luego tenían que ‘echar carrera’ a Banderas para conseguir el pan y explorar otros lugares para conseguir los huevos. Después de la llegada del Carulla (ahora Éxito) el sector se llenó de locales comerciales, panaderías, fruterías, restaurantes, supermercados y otros establecimientos, ya no era necesario esperar al fin de semana para ir a mercar en Corabastos ni correr de un lado a otro para conseguir productos.

Castilla
Los inicios del barrio vistos desde la planta de Bavaria, a finales de los setenta.

Rosalba Godoy es una mujer que vive en Castilla hace 29 años, cuando era un barrio más residencial que comercial, ella a pesar de tener un marcado acento paisa es de Fusagasugá. Se vio obligada a venir a la capital porque con 18 años quedó encargada de sus siete hermanos al morir su papá, se la rebuscó como pudo y terminó haciendo y vendiendo empanadas en el Ricaurte, después de trabajar también en una droguería en San Victorino, aun así dice “no cambio a Bogotá, es el paraíso en el cielo”. Cuando tenía 35 se mudó a Castilla porque sus suegros vivían allí, montó un local “sin saber hacer nada” al que llamaron Chichos porque vendían chicharrón, chorizos y empanadas, luego ella solita aprendió a hacer rellena.

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Doña Rosalba y los deliciosos chicharrones (o bueno, los últimos que quedan).

Cree en Dios pero no le gusta ir a la iglesia, dice “uno tiene que hacer el bien y no el mal, ser buena persona”, cosa que siempre ha sido su consigna a pesar de que le mataron a su suegro para robarlo y se le metieron a Chichos a robar televisores y dinero. Sus empleados entre risas recuerdan que le encantan las obleas y la describen como una muy buena jefa, tanto que es ella la que va personalmente a la plaza los miércoles a mercar todo lo necesario para que de jueves a domingo de 8 a.m a 8 p.m Chichos tenga  lo suficiente para satisfacer a todos sus clientes, los que hacen fila para poder comer picada.

Castilla
Chichos es un piqueteadero popular y pequeño; sin embargo, es una parte importante de la historia del sector.

Luis Antonio Acevedo Londoño tiene 52 años y ha vivido en Castilla desde 1969, asegura que: “En el principio Castilla era como una isla porque no habían barrios aledaños, todos los del barrio se conocían y también se crearía lo que marcaría la vida de quienes vivieron aquí: las agencias de recreación”. Dichas agencias dieron origen a los payasos para las fiestas infantiles, Luis Antonio fue uno de ellos, era la única forma en la que los muchachos del sector podían ganar plata. “Las agencias se reunían en los parques para entrenar a los payasos, Papa Noel, magos y personajes según la temporada, ¡Que hermosos tiempos! Todos los que vivimos aquí desde jóvenes fuimos recreadores”.

También surgieron lugares dedicados al ocio como cuenta Jesús Ramiro Jaimes Mogollón, habitante del sector desde su fundación: “Después del 75 empezaron a aparecer las primeras tabernas, había una muy famosa llamada Dinatys, se rumbeaba muy bueno y como la gente se conocía no habían peleas ni problemas relacionados con drogas, eran planes sanos, se divertía uno bastante”, pero como aseguran varios residentes al empezar a llegar personas ajenas al barrio incrementó la inseguridad y los conflictos.

La seguridad llegó al barrio de manera tardía el 29 de noviembre 1995 con la construcción de un CAI. Entre otros sitios de interés se encuentran el Polideportivo de la zona, según el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD), cuenta con  bondadosas zonas verdes que son utilizadas con fines recreativos y deportivos, para este lugar se reservó por varios años una extensa porción de tierra en la que se inició la construcción de este establecimiento apenas se pobló el barrio.

Según Margarita Gómez Barrera, residente hace más de 40 años, otro inconveniente del barrio era que no habían colegios para estudiar, en 1970 los jóvenes se trasladaron al Colegio Distrital de Marsella y allí hicieron parte de la primaria, luego en el año 1972 construyeron el Distrital de Castilla que estaba hecho de casetas prefabricadas, éste con los años mejoró su planta física y aún continúa sus actividades.

Por otro lado la religión católica estuvo presente en el desarrollo de Castilla, sin templo construido se llevaban a cabo las eucaristías y demás celebraciones en parques, cuenta María Alina Romero de Melgarejo, secretaria de la parroquia de Castilla que: “el primer párroco que llegó fue el padre Zanabria, luego en el año 1975 llegó el padre Falla quien motivó a la comunidad a construir la iglesia haciendo bazares, por último llegó el padre Tito y terminó por completo la obra de la iglesia también con ayuda de los habitantes del sector”.

Recientemente Castilla fue escenario de una disputa entre la iglesia católica, específicamente entre el reconocido padre Chucho y los autodenominados Testigos de Gokú. El altercado inició porque el párroco decidió organizar una serie de eucaristías en el parque Castilla al frente de la iglesia, ya que sus misas son tan multitudinarias que los feligreses no caben y hasta los policías deben llegar a cuidarlos. El uso indebido del espacio público, las basuras y el ruido tenía molestos a los habitantes de Castilla, quienes también reportaron que durante la época de novenas el padre Chucho hacía misas campales a las cinco de la mañana con tarima y sonido profesional despertando y molestando a la comunidad.

Castilla
Las misas al parque del Padre ”Chucho”: Una larga discusión sobre el espacio público en Castilla.

Esa molestia explotó cuando los “Testigos de Gokú”, pertenecientes a una religión paródica protestaron durante la eucaristía gritando arengas en contra del papa Francisco, la iglesia católica y el padre Chucho. Los feligreses relataron que estos personajes llegaron al lugar y empezaron a agredir a los asistentes a lo cual ellos también respondieron, pero Ferney Rodríguez, vocero de la organización Razón y Laicismo dijo en entrevista con BluRadio “fuimos nosotros las personas agredidas, la misa fue interrumpida porque feligreses nos agredieron, ellos se indignaron por nuestra protesta y acto seguido nos atacaron”. Esta manifestación se realizó con el objetivo de que el padre deje de invadir el parque ya que éste “es para jugar, no para rezar”, luego de varios días de reuniones entre ambas partes en la Alcaldía Mayor de Bogotá el IDRD le dio la razón a los manifestantes y en aquel lugar no se podrán celebrar más eucaristías campales.

Castilla es un barrio que con el pasar de los años ha evidenciado un gran desarrollo comercial que le ha sido útil a los habitantes de esa zona, como lugar de diversión y entretenimiento, le ha permitido a sus habitantes suplir todas sus necesidades básicas y deseos a la vuelta de la esquina sin tener que salir a buscarlos en otros lugares de la ciudad; también se puede considerar privilegiado por tener amplias y numerosas vías de acceso en la actualidad, pues después de ser un sector apartado evolucionó y se convirtió en un sitio recurrente para los habitantes de Bogotá. Démosle una visita.

Valentina Suárez García para Laguna Negra

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