Ficción

Chibcha Gritón: Debates

Chibcha Gritón: Debates

Camilo Calderón
Imagen portada de
2020-10-19

Aún se utiliza en estos tiempos esa idea de la «fiesta de la democracia» que le gusta tanto a los críticos—como si dieran refajo cada que nos ponen a matarnos entre nosotros en las urnas. Para muchos, la única forma de ver las caras de los candidatos siempre ha sido y será el debate, algo más viejo que la sarna. Y hablando de sarna; creo que los debates, algunos por más floridos que sean, se están volviendo parasitarios—y esto desde alguien que los ha visto al otro lado de la pantalla.

Ayer estuve viendo uno de estos entre candidatos para el puesto de muñeco. Eran puras caras largas, ataques personales, ángulos de cámara rimbombantes y, por primera vez en mi vida, pelo teñido en reversa—para verse más viejo que los votantes. Tenía conmigo algunas chucherías que compré a unas cuadras al volver de visita. ¡Eso eran puras sandeces! El presentador—que por cosas de líchigos también es moderador—simplemente no tenía idea de cómo callar un grupo de chicharras en traje de paño; el público tampoco ayudaba, ya que se pintaba entre un zoológico de radicales que tiraban espuma de sus mandíbulas y otro montón que hacían de bullicio y chusma como en esos programas gringos mediocres que se burlan de las palabras 'complejas' como proteína. El debate era un caos y de propuestas se hablaba casi igual que en un debate para personero del colegio.

Los minutos pasaban y el tipo hablaba de réplicas en un orden a veces aleatorio—que no respetaba—y se centraba en jamás ampliarse sobre un tema. Los debates dejaron de ser para enfrentar propuestas y se volvieron una matazón para elegir carismas. ¡Y ni me digan de los cortes! Que peor de emocionantes que los de Laserna antes de una pregunta pendeja, era prácticamente media hora de comerciales para diez minutos de programa. ¡Una falta de respeto!

Y de respeto vamos peor, porque a nadie se le trata por su título. ¿Doctor? ¡Doctores mis chancletas! Que aquí nadie es doctor, y la corbata no otorga título. ¿Candidatos tuteándose? ¿Echando en cara intenciones de candidatura? ¡Ni siquiera en el ‘Yersi Chor’ ese de la telebasura! Aquí solo les faltaba estar en paños menores en el hotel y jalándose las mechas por quién tiene el último barbitúrico. ¡Son el colmo! Y si estos son los debates, ¿Cómo serán en la vida política?

Iban casi las dos horas de este circo y yo ya me inclino por el viejo con ideas de joven. El tinturado puede que gane a punta de enfermitos y el niño consentido a punta de coscorrones. El presentador sudaba como caballo y el público sólo gritaba como en la gallera San Miguel—todos esperando a que alguien le sacara un intestino a otro con las espuelas para ganar la apuesta. La pantalla saltó a otro comercial de lavaplatos y pensé en estirar las piernas para dejar esta vaina quieta y a todos con su show, con su famosa fiestecita...

...Y está granizando. Voy más bien por otro vasito con agua.

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