Análisis

¡Muévase!

¡Muévase!

Daniel Riomalo
Imagen portada de
Invitados LN
2020-09-20

Mientras veía historias de amigos por Instagram me fijé en una de un amigo que recién había vuelto de Japón. En ella aparecía un recorte de un mapa en el que se veía una peculiar y colorida Suramérica.

Muévase, mapa pictórico de Sudamérica
Mapa pictórico del continente sudamericano

Conmueve la representación naif de una tierra ignota y lejana. Me deleito imaginando la potencia con la que se agitaría la imaginación de un japonés de a pie al estudiarlo. Nuestro mapa rompe toda noción de proyección cartográfica y por la magia del recorte parece la página de un libro álbum. Lastimosamente ignoramos su autor y fecha. La palabra autor es la que más se ajusta pues, además de ser un mapa sui generis, es notable la cantidad de texto que lo acompaña. Resulta inevitable recordar los testimonios que sobreviven de los exploradores del siglo XVI. Las crónicas de Indias abrieron la imaginación de una Europa que, a falta de certezas sobre las tierras cuya existencia ignoraba, estaba ávida de noticias que confirmaran sus más desbocadas fantasías. Tanto esos relatos como este mapa son testimonio: presentan una relación de lo desconocido que al hacerse material despliega toda su potencia ante nuestros ojos.

Contraviniendo mi primera impresión, la intención de este mapa no es nada inocente. Es una invitación al movimiento. El acento puesto en las líneas de transporte capta el impulso atávico de la cartografía: ser un referente para aquellos que se aventuran por los caminos. El cartógrafo corporiza el deseo de estar en cualquier sitio menos aquí, de romper con la estabilidad y ofrecer un plan de escape a la cotidianidad. Lo que no nos dice el cartógrafo es lo que nos espera al final de los caminos que traza.

Dice Agamben que al preguntar por la muerte a aquellos que estuvieron cerca de ella no tienen nada que decir, pues ya no tienen la necesidad de representarla. Al contrario, los relatos e imágenes sobre esa experiencia se potencian con representaciones de su vida antes y después de ese momento. Esas experiencias son equiparables con la de aquel que trazó el mapa, quién tuvo que llegar al final de los caminos y volver desandando sus pasos. Los puntos de llegada son representados justamente como puntos, aunque el goce del movimiento en este mapa consiste en la posibilidad de que exista una anaconda enrollada en las ramas negras del Amazonas.

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