Análisis

El veintiséis por ciento: Supersticiones y natalidad en 1966

El veintiséis por ciento: Supersticiones y natalidad en 1966

Camilo Calderón
Imagen portada de
Marcia Díaz
2020-07-28

La colorida época de los sesentas—con una visual dividida entre la psicodelia y el napalm—es un momento en la historia moderna donde se ven por primera vez una serie de efectos notorios del fenómeno de la globalización—especialmente culturales—teniendo en cuenta la descomunal cantidad de intervenciones políticas de los grandes poderes influyentes en el momento. El mundo se sacudía con las apuestas musicales británicas y los mapas empezaban a separarse en dos colores—azul y rojo—para facilitar el entendimiento de un ridículo conflicto que inspiraba posibles ficciones de un apocalipsis nuclear inminente. Es el momento para que una generación más haga relevo—una que vio jugadas sucias de imperios como titulares comunes en los diarios—y presencie un fenómeno propio de la recuperación a la guerra: Un índice de natalidad disparado.

Pasados solo un par de años después de la Segunda Guerra Mundial arrancó lo que llamamos comúnmente el Baby Boom—cuyo término posiblemente se empezó a usar por una columna de Sylvia Porter en el '51. Al haberle tocado este crecimiento desenfrenado a los ''occidentales'', algunas de las naciones que sufrieron la mayoría de daños terminaron viviendo el mismo fenómeno posteriormente—y en su mayoría, de un modo menos notorio.

Por haber sido parte del ''Eje'', Japón sufrió daños que en su momento se creyeron irreparables con la intervención americana—especialmente en las ciudades. En este momento el archipiélago contaba con una economía agro-industrial en crecimiento; y aparte, posterior a la guerra el gobierno de turno mantuvo una sólida campaña para el control de la población—necesaria en un momento donde no existían garantías de cubrimiento posteriores al conflicto armado. No obstante, la natalidad japonesa se mantuvo en constante crecimiento—oscilando los 15.3 por 1,000 habitantes—después de este control.

Lo que nadie esperaba en las autoridades estatales es que para el final del año 1966 este índice habría bajado un 26 por ciento (aproximadamente 500,000 nacimientos) de un momento a otro. Esta baja excedía cualquier búsqueda de control desde el inicio de la ocupación americana; y tomó por sorpresa a los que confiaban en la estadística.

Más absurdo aún: El número se recuperó al año siguiente sin ninguna otra señal del fenómeno.

Natalidad en Japón
No es una caída en la bolsa; es medio millón menos nacimientos.

Muchos intentaron encontrar la razón en su momento enfocando sus búsquedas en temas de seguridad social, prosperidad, asuntos económicos y de este modo no encontraron nada. El Japón del año anterior, y el año siguiente vendrían siendo los mismos—con el mismo crecimiento, una industria próspera y una completa reconstrucción de la actividad económica. Otros también le apostaron a través de monitorear el comportamiento sexual de la población adulta: Resulta que la actividad sexual no tenía un alto en el año de Good Lovin' ni mucho menos en el 65 y el 67.

Señal solo había una: El número de abortos se disparó, y la mayoría de nacimientos eran varones.

Claramente la respuesta no estaría en lo más común. No tiene que ver con el estreno de Ultraman y su influencia en el tokusatsu; mucho menos con los 180,000+ efectivos americanos enviados a enfrentarse en la Guerra de Vietnam; tampoco fue un efecto colateral del accidente de Dylan en motocicleta. Se trataba de una superstición llamada Hinoeuma.

El paso del tiempo ha sido medido de infinidad de formas; una de estas siendo el calendario lunar-solar chino—usado por los japoneses hasta 1872 y reemplazado por el gregoriano u occidental. Este calendario antiguo—aún con relevancia en países como China, Corea y Japón—está compuesto de dos sistemas circulares que realizan ciclos de elementos naturales y animales con un conteo de sesenta años. Cada ciclo histórico-zodiacal empieza con el encuentro de dos, siendo este año, el año del Hinoeuma—es decir, del caballo de fuego. Según una superstición milenaria, todas las niñas que nazcan en el año que corresponda a este fenómeno del calendario tendrán un temperamento difícil y traerán la mala fortuna a sus familias—en pocas palabras, no encontrarán marido. Incluso, en otros apartados se muestra que las mujeres hinoeuma son propensas a asesinar a sus parejas.

De este modo el año 1966 terminó siendo el año de evitar el nacimiento de las niñas; ya que estas no son inmunes a la tradicional superstición del Hinoeuma. Al parecer la tradición no fue afectada por el relevo generacional y mucho menos por la influencia cultural americana.

Hinoeuma y natalidad (2) - Ilustración de Marcia Díaz para Revista El Cachaco
Hinoeuma: La peor de las suertes (para ellas)

Hay que tener en cuenta que éste no es el único momento donde se ven cambios abruptos en la estadística: El año anterior de Hinoeuma, 1906, también tuvo una fuerte inconsistencia. La diferencia aquí—en este momento posterior a la guerra con Rusia—es la ausencia de la anticoncepción como una opción totalmente aceptada por la sociedad. La falsificación de documentos y la tardanza voluntaria en el registro fueron los grandes protagonistas ya que los padres registraron a sus hijas como si hubieran nacido en 1905, o 1907 respectivamente para evadir—a través del mítico poder del registro de nacimiento sellado con hanko—la maldición. ¡La natalidad libre de maldiciones nunca fue tan fácil!

Koya Azumi, profesor de la Universidad de Winsconsin deja muy claro que a pesar de algunos elementos comunes de la modernización—como el abandono de mitologías, la secularización y la racionalización—los miedos asociados a estas creencias pueden mantenerse, más en una sociedad que le da la cara a sus tradiciones a diario—y con un carácter preestablecido por el modelo centrado en las decisiones del padre-proveedor. ''Los japoneses, nacionalistas, enfrentando un vigor en caída propio de una población en constante envejecimiento y la amenaza a largo plazo de una baja en la población, podrían haber respondido a este problema fundando familias más numerosas; sin embargo, en 1966 redujeron su natalidad aún más que en las cifras récord en los últimos nueve años''. Una buena pista de esta cuestión—cósmica y anticonceptiva—se presenciara en una gran mayoría de casos en áreas rurales del país y no en sus grandes ciudades—más abiertas a la occidentalización propia de este periodo de posguerra.

A pesar de este particular fenómeno en el Japón de 1966 nacieron mujeres. Lastimosamente muchas de ellas tuvieron una tendencia mayor al divorcio y disfrutaron de menos oportunidades para educarse—y obtener un mejor salario en su vida laboral. De acuerdo a una investigación de Satoshi Shimizutani y Hiroyuki Yamada de la Universidad de Osaka, a pesar de no encontrar evidencias fuertes sobre la causa de estos desmanes para las mujeres Hinoeuma, se cree que una buena parte de esto se debe a la discriminación causada por la misma superstición en la sociedad—tradicional—japonesa.

Y es que excusar las faltas propias y ajenas al destino encomendado por las estrellas—en lugar de nuestras acciones—es muchísimo más fácil. Este efecto sobre las nacidas en el '66 (quienes ahora superaron los 50 años) en la práctica se volvió—irónicamente—una maldición peor que el mismo concepto del Hinoeuma. Una de la cual nunca podrían liberarse.

Natalidad en el 66 - Ilustración de Marcia Díaz para Revista El Cachaco
Un 66 en declive. ¿Qué será del próximo caballo de fuego?

2026 es el próximo año que corresponde al inicio del calendario lunar, y por ende corresponde a la superstición del Hinoeuma. ¿Volverán a verse marcas de este fenómeno en medio de la era de la información? ¿Habrán cambios abruptos en la natalidad japonesa? ¿Se verán afectadas las mujeres nacidas en el 2025 por ser ''caballos de fuego'' en una nación que aún corresponde fuertemente a asociar grupos sanguíneos con la personalidad?

Solo esperemos, que así como el fax y el uso de Windows 95 en la actualidad laboral de este particular país de Oriente, este fenómeno se desvanezca con la llegada de una juventud más abierta e informada.

Lecturas recomendadas y referencias:

New York Times: '66 Was a very odd year - Clyde Haberman (1987)

US National Library of Medicine: Increased induced abortion rate in 1966, an aspect of a Japanese folk superstition - Ann Hum Biol (1975) 111-5

Japan Times: How astrology and superstition drove an increase in abortions in Japan - Rowan Hooper (2012)

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