Ficción

Cómo matar a un bebé

Cómo matar a un bebé

Hank T. Cohen
Imagen portada de
Marcia Díaz
2020-12-05

En el supermercado, Simón levantó a su bebé y lo giró buscando la talla del pañal. No encontró nada. Lo dejó dentro del carrito de mercado porque tenía más espacio que la bandeja para poner a los niños y cogió un paquete de pañales al azar. Giró y vio al bebé de lado. No se movía. La cuadrícula de metal se le hundía un poco en la cabeza.

Simón apretó la bolsa de pañales, sacándole el aire. Con las manos temblorosas, movió el hombro del bebé. No respondía. Le puso la mano en el pecho, no estaba respirando. Simón lo levantó y lo sentó en la bandeja para niños del carro, pero el cuerpo se caía hacia los lados llevado por el peso de la cabeza. Al golpearle el plástico de la bandeja en la cara, empezó a llorar. Simón lo alzó y lo abrazó con cuidado. El bebé se le agarró de la chaqueta cerrando un puñito sobre la tela. Simón cargó al niño y a la bolsa de pañales hasta la caja, pagó y caminó hacia fuera del supermercado.

Llevando al bebé bajo un brazo y sosteniendo la bolsa de pañales con el otro, Simón recorrió el estacionamiento y no encontró su auto. Mientras intentaba recordar dónde lo había dejado, una anciana se le acercó y, sin mirar a Simón, le tocó la mejilla al bebé mientras balbuceaba algo para hacerlo reír. Aunque la mujer era más baja que Simón, su saliva le golpeó la cara. Él, intentando protegerse, se cubrió con la mano y soltó al bebé.

El bebé cayó de cara en el suelo. No hizo ruido, era muy suave. Tras un momento, movió un pie. Simón lo recogió y salió corriendo. Llegó al parque, buscó una banca y se sentó. Revisó a su hijo. Apenas tenía la frente un poco enrojecida, pero se movía y le sonrió al verlo. Tenía los ojos castaños, iguales a los de su abuela, y la piel era lisa y nueva.

Simón le besó la cabeza. Olía a talco. Era suave, demasiado suave. La cabeza se hundió bajo la presión de los labios. El bebé dejó de hacer ruido. Simón le vio la cara, tenía la pupila derecha hacia arriba y la comisura izquierda del labio le llegaba casi hasta el mentón, dejando ver la encía. Simón lo movió un poco y los brazos se le balancearon en direcciones diferentes.

Simón sentó al bebé en la banca, lo apoyó en la bolsa de pañales para que no se cayera y salió caminando del parque.

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