El semáforo cambia a rojo. La ventanilla trasera de un vehículo diplomático baja lo suficiente para dejar salir unos dedos. El vendedor de refrescos se acerca a la mano que se mueve. Le extiende el más vendido. La mano lo toma y desaparece en el interior tras la ventanilla que se cierra. El vendedor golpea dos veces con sus nudillos y se acerca para ver hacia adentro. Luego golpea el vidrio con todo el puño. El semáforo cambia a amarillo. El vendedor golpea con ambas manos. La ventanilla baja un poco. Asoma una pistola automática. La calle cambia a rojo.