Análisis

Strong is the new hermoso: una breve historia del hockey femenino en Colombia

Strong is the new hermoso: una breve historia del hockey femenino en Colombia

Laura Sandoval
Imagen portada de
Laura Sandoval
2021-07-10

Velocidad, adrenalina, fuerza, destreza, cada choque, cada patinada, cada disparo, todo lo que se puede sentir dentro de una pista de hockey mientras corren rápidamente los minutos y el tiempo se acaba, y después de casi 20 años jugando he descubierto que todas las emociones no valen mucho si no se disfruta lo que se hace y con quien se hace. Cada vez que algo emocionante sucede en un deporte lo primero que todos hacen es ver la repetición, todo pasa tan rápido que no es posible realmente apreciar el momento en todo su esplendor.

I

Empezaremos entonces con un recuento mínimo de la mujer en el deporte. Quizá para sorpresa de pocos vemos que esta relación ha sido marcada por dificultades y obstáculos desde los tiempos de los primeros eventos deportivos a los que las mujeres casadas no podían siquiera asistir debido a la desnudez de los atletas durante la competencia. Las mujeres han tenido que vencer a lo largo de los años estereotipos y barreras impuestas por las culturas, además luchar contra ideas como que “la mujer es inferior al hombre realizando actividades deportivas” o la idea de que “poseen menos capacidad física y que su cuerpo se masculiniza con la práctica de ejercicio” o que “no muestran gran interés hacia la práctica deportiva y en su lugar existen deportes apropiados para ellas”, etc. Ideas que desafortunadamente aún persisten en algunas personas o sociedades.

Estas ideas llevaron a que la participación de la mujer en el deporte organizado y de alta competencia se retrasara; la primera participación de la mujer en unos Juegos Olímpicos fue en París, 1900, limitándose únicamente al tenis y el golf. Su representación equivalía al 2% de los atletas presentes. Fue en Amsterdam, 1928, donde finalmente tuvieron lugar los verdaderos comienzos olímpicos de las mujeres con cerca de 300 deportistas, casi 10% del total, y sobre todo con su participación en el deporte más importante de este certamen, el atletismo.

Estos primeros años de entrada al deporte competitivo no fueron fáciles, las mujeres en general fueron excluidas y, en el mejor de los casos, vieron limitada su actividad física por condicionantes sociales y culturales que marcaron sus hábitos y preferencias deportivas. Deportes como la gimnasia, el tenis o la natación han figurado en la lista de los “adecuados” por ser considerados tradicionalmente como femeninos, tanto por su estética como por la ausencia de un “esfuerzo agónico”. Aun así cada nueva edición de los Juegos Olímpicos vio cómo se iban aumentando los deportes en los que se les permitía la participación a las mujeres. Y aunque esta inclusión se vio muy marcada por estereotipos, es preciso resaltar que desde 1991 el Comité Olímpico Internacional obliga la inclusión de pruebas de mujeres para cualquier deporte que se incorpore en el programa olímpico.

Es evidente que el cubrimiento a los eventos masculinos, sin importar realmente el deporte, es mucho mayor que el de los femeninos, pues llevan tanto tiempo realizándose que estos mueven enormes sumas de dinero en pautas publicitarias y patrocinios, por lo cual todos los medios quieren transmitir y todos quieren pautar en eventos vistos por millones de personas. Es entendible entonces que al generar tanto dinero los salarios de los hombres sean mayores que los de las mujeres que practican deporte, pues hay un tema de marketing que todavía marca la pauta. Sin embargo, esto no es excusa para que los deportes femeninos sean puestos a un lado y que a las deportistas no se les pague un salario que evidencie que hacer deporte es su labor.

Es importante agregar también que a raíz del bajo cubrimiento de los eventos femeninos tienden a cubrirse eventos no muy usuales, o con poca relevancia frente al hecho deportivo o la victoria, y que causan un mayor impacto mediático, pues las audiencias no están acostumbradas a leer noticias sobre mujeres deportistas. Un ejemplo de esto es el caso de las jugadoras canadienses de hockey sobre hielo que tras ganar la medalla de oro en los olímpicos de invierno Vancouver en 2010 se volvieron a meter a la pista ya sin público presente, con sus medallas colgadas, puros y bebidas alcohólicas. La celebración fue cubierta más ampliamente que su victoria o los partidos anteriores, lo que contribuyó a crear una imagen poco profesional de las atletas.

Equipo canadiense celebrando oro olímpico [Fotografía de Andre Forget]. (Vancouver, 2010). QMI Agency

Un evento importante en el camino de la igualdad entre las deportistas y sus pares varones fue la amenaza de boicot de la selección estadounidense femenina de hockey sobre hielo, equipo que ha ganado nueve de los últimos once campeonatos mundiales oficiales y son las actuales campeonas olímpicas.

Las mujeres pertenecientes a la selección no estaban ganando lo suficiente para poder mantener a su familia con el pago que les daba USA Hockey, y aun así la organización esperaba que su tiempo fuera dedicado exclusivamente a jugar y entrenar. Es así como, varias de ellas, teniendo que buscar hasta dos trabajos y cumpliendo un horario deportivo a un nivel de exigencia de jugador profesional, decidieron decir no más y amenazaron con boicotear el siguiente mundial (Michigan 2017) si no se les pagaba un salario que les permitiera vivir dignamente de manera que el hockey no fuera un obstáculo sino su trabajo real. En un principio la amenaza no causó mayor reacción, pero para fortuna de todos los deportes femeninos se unieron al boicot las jugadoras no profesionales, universitarias y los hombres pertenecientes a los otros equipos de Estados Unidos. Al final USA Hockey les dio a estas jugadoras el reconocimiento que se merecían; aunque no un salario tan alto como el de los hombres, pues desafortunadamente no es tan visto y no hay tanto dinero en marketing para poder pagarles tales sumas, sí un salario que demuestra que el hockey es su trabajo y pueden vivir bien de este. 

La importancia de este evento no puede ser pasada por alto, ya que, aunque demorado, un equipo se pronunció y dio pasos enormes para que los deportes femeninos empezaran a ser considerados igual de importantes a los de los hombres.

Todo lo anterior demuestra que desde hace muchísimos años hay una actitud machista dentro del deporte. Hay un pensamiento arraigado en la cultura de que las mujeres solo pueden hacer ejercicio para mantenerse en forma o verse más lindas, y una imposición tácita para que no pretendan practicar un deporte con ánimos de competir y mejorar, ya que esto puede llevar a un aumento de la masa muscular y por ende terminar en un proceso de masculinización no apropiado para las mujeres. No tiene nada de malo hacer ejercicio para estar en mejor estado físico y de salud, el problema surge cuando esta mentalidad se vuelve tan cerrada que no pueda haber otro objetivo para las mujeres que practican algún deporte.

II

El hockey en línea es un deporte que se deriva directamente del hockey sobre hielo. Surgió de la necesidad que tenían los jugadores de hielo de jugar aun en época de verano y en lugares cálidos. Dos acontecimientos popularizaron el deporte: la llegada de Wayne Gretzky, el mejor jugador en la historia de la NHL (la liga más importante de hockey sobre hielo del mundo) a Los Ángeles: sus fanáticos salieron a la calle a jugar hockey para imitar a su ídolo. El segundo fue la apertura y adhesión de equipos de “lugares no fríos” de Estados Unidos a la NHL. Esto sucedió entre 1991 y 1993. Finalmente, a partir del 94 se populariza a nivel internacional, la FIRS (Fédération Internationale Roller Sports) que desarrolla el primer mundial de hockey en línea.

Infografía: Camilo Calderón

En Colombia el hockey en línea es un deporte que se lleva practicando desde hace aproximadamente unos veinticinco años, al principio los jugadores llegaban a la cancha del Parque el Salitre y jugaban un “rey de cancha”, fue con el tiempo que se empezó a organizar en equipos, clubes y por ende torneos. Por estas épocas se jugaba mixto, con muy poca participación de mujeres, unas cinco jugadoras hoy en día consideradas pioneras del deporte. Mujeres que puedo orgullosamente decir fueron casi todas compañeras mías en mis años de formación y me ayudaron muchísimo a madurar y enfocarme, dentro y fuera de la pista.

En sus inicios los equipos y campeonatos se limitaban exclusivamente a la ciudad de Bogotá, las únicas canchas disponibles en su momento eran parques públicos con pésima o cero iluminación, piso de baldosa y sin techo. Esto hacía que el clima fuera el factor determinante para poder jugar. En los últimos 8 años se han dado enormes avances a nivel nacional: ya contamos con tres pistas con el piso y las medidas apropiadas, una de estas ubicada en la ciudad de Cali donde ya hay tres equipos que cuentan con unos cuarenta deportistas cada uno. Hoy en día a nadie se le ocurre ir a un parque ni a molestar un rato; meter el costoso equipo de hockey en un piso de baldosa sencillamente no es una opción. Y aunque aún nos siguen molestando algunas goteras existentes en todas las pistas, nada que ver con estar sentados en un parque mirando el cielo y haciendo fuerza que no lloviera o que lográramos avanzar lo suficiente con la programación para poder terminar al tiempo con la luz del día y no tener que intentar jugar con esa pésima iluminación de parque. 

La historia del hockey en Colombia es bastante reciente, y la de su rama femenina aún más, hoy en día Colombia tiene 12 equipos en todo el país, 5 de estos cuentan con equipos femeninos realmente establecidos. El primer torneo únicamente de mujeres se celebró en el año 2002, el año en que yo empecé a jugar hockey, con la participación de tan solo tres equipos. Sin embargo, la participación de mujeres en el deporte lleva muchos años más. Como ya se mencionó anteriormente, unas cinco mujeres jugaban junto con los hombres “rey de cancha”, pero el primer equipo femenino como tal en Colombia se estableció en 1997 bajo el nombre de Titanio. Al solo existir un equipo se debía competir en campeonatos mixtos, por ende, las mujeres juegan campeonatos en la categoría infantil (sub 16) entre los años 1997-2001. A partir del año 2002 y hasta la actualidad se han celebrado distintos campeonatos de la categoría única femenina, es decir, niñas mayores de 14 años, sin límite máximo de edad. 

Titanio [Fotografía de Lady Jiménez]. (Bogotá. 1997) Archivo personal.

También se vienen organizando desde hace unos 3 años, nuevamente, campeonatos que combinan las categorías sub 14, y más recientemente sub 16, con la femenina, y puedo con orgullo decir que la sub 14 la dominamos a tal punto que los organizadores no tuvieron otra opción que cambiar la dinámica del torneo. Hoy en día en los sub 16, aunque no dominamos, sí logramos excelentes resultados.

A pesar de que el nivel general del hockey femenino ha mejorado a pasos agigantados en los últimos 5 años, nos encontramos en este momento en una meseta después de tan gran auge, en parte por el hueco generacional dentro de la misma categoría ya que la competencia interna lleva mucho tiempo siendo entre los mismos equipos. Hasta ahora las más jóvenes están llegando a una edad y madurez física para dar un nuevo impulso y, honestamente, viéndolo ya como una de las veteranas de la disciplina, emociona el futuro que nos espera.

El primer gran momento para el hockey femenino llegó con la primera convocatoria para participar en el Interligas 2008. Esta fue la primera vez que se convocó a jugadoras de todos los equipos que en ese momento hacían parte de la Liga de Bogotá, fueron 3 meses de intensa preparación, entrenamientos en pista y físicos: hasta 2 sesiones al día, fines de semana y entre semana. Ese año la Liga de Patinaje de Bogotá proporcionó todo: uniformes, comida, hospedaje y transporte, pero desafortunadamente el tiempo me iría demostrando que este apoyo suele ser la excepción, no la regla. Se jugó en Cali, en cancha al aire libre y con piso de baldosa. Éramos 4 ligas participantes: Bogotá, Valle, Cundinamarca y Nariño. Y aunque desafortunadamente no se ha logrado una constancia importante de los equipos participantes, todos los años posteriores se ha seguido realizando el evento, siempre convocando a la categoría femenina a participar.


Selecciones Bogotá y Cundinamarca [Fotografía de Cesar Rosero]. (Cali, 2008). Archivo personal.

Otro gran acontecimiento para el hockey femenino fue la primera salida internacional de equipos femeninos en 2009, Katíos de Bogotá y Stunder de Cali viajamos a Argentina para participar en un sudamericano, teniendo como resultado final de un torneo, en el cual participaron 6 equipos, un tercer puesto para Katíos y un primer puesto para Stunder, dejando muy en alto el nombre del país a nivel internacional. Fue un momento importante porque antes de este viaje solo habían salido equipos masculinos, se marcó precedente y se incentivó a otros equipos a viajar. 

Al año siguiente, en 2010, se dio otro gran paso con Katíos al convertirse en el primer equipo femenino en viajar a un torneo estadounidense. Lógicamente los resultados generales no fueron los mejores, pero logramos cosas importantes: una victoria ante Estados Unidos Jr femenino por 5-4. Aunque fue en fase de grupos y después nos golearon la victoria existe y nadie esperaba un resultado así en nuestro primer viaje. Poco después, en 2011, se dio la primera convocatoria para la selección Colombia femenina. Entonces se le daba al equipo la oportunidad después de tantos años de leer resolución tras resolución convocando a la categoría femenina para que a la hora de la verdad no pasara del papel y ver únicamente equipos masculinos, tanto juveniles como mayores, viajar a diversos lugares del mundo y representar en muchísimas oportunidades al país.

Este primer proceso fue extremadamente complicado. Aún recuerdo estar sentada en la reunión informativa y escuchar al presidente de la Comisión de Hockey en ese momento decir que “la federación les va a dar todo menos comida, alojamiento y transporte” (el torneo se iba a celebrar en California, Estados Unidos). El viaje tuvo que ser asumido por las jugadoras, lo cual ocasionó que varias no pudieran ir a jugar después de meses de proceso de preselección. Ese año, la selección se probó en un torneo interclubes estadounidense AAU, del cual se logró obtener un segundo puesto, perdiendo la final contra el equipo juvenil de Estados Unidos. Yo me perdí mi grado del colegio por viajar a este torneo pero tenía que ir, era la primera selección Colombia y primera solo hay una. Prueba de que la dedicación al deporte algunas veces lo vuelve ciego a uno.

Selección Colombia [Fotografía de Melissa Rayo]. (Anaheim, EE.UU. 2011). Archivo personal. 

Hay que mencionar también el cuarto puesto obtenido en el mundial de Anaheim 2013, en donde se perdió la semifinal contra Canadá y el tercer puesto contra Nueva Zelanda. Este proceso fue mucho más arduo y también más estimulante que en otras oportunidades debido a la presencia de entrenadores extranjeros y además el inicio de un patrocinio por parte de Postobón (patrocinio que nos dijeron iba a durar inicialmente 5 años, de 2013 a 2017), que cubría todos los gastos del viaje asegurando de esta manera que viajaban y participaban por el país aquellas personas que lo merecían y no solo las que podían pagarse el viaje. Fueron 6 meses de estar entrenando cada fin de semana a doble jornada, físico y pista, así como múltiples concentraciones y una dieta estricta por parte de la Federación.

Desafortunadamente este proceso fue acompañado también de roces y problemas entre jugadoras, nada particularmente raro entre mujeres de equipos rivales, pero no se le prestó la atención debida y más allá de conseguir un importante resultado, fue un punto de quiebre. Como dije al principio del texto, uno debe disfrutar lo que hace y con quien lo hace, y después de este mundial yo no tenía esa motivación. Yo no me peleé con nadie, solo estuve rodeada de los problemas y fue suficiente para decir: no vale la pena. ¿Lo más triste? No fui la única, varias amigas hicieron lo mismo. Quizá el viaje más importante para femenino lo tuvimos al año siguiente cuando viajamos como Club Katíos a jugar NARCh, el mejor torneo de hockey en línea del mundo. En esta oportunidad también viajó el equipo Avalancha femenino en representación de Colombia, aunque ellas no lograron avanzar de la fase de grupo. Con Katios tuvimos un torneo increíble, resultados que realmente nadie esperaba, logrando un tercer puesto entre 10 equipos participantes y perdiendo la semifinal contra el equipo que se coronaría campeón, perdimos 1 a 0.

III

Fotografía de Laura Sandoval (Bogotá, 2017)

He podido ser parte de momentos muy importantes para el hockey femenino y realmente es un deporte que amo, pero así como lo amo me duele cuando suceden eventos que afectan la categoría y claramente he vivido de primera mano algunos de estos momentos. La más recurrente es la falta de ayuda financiera para viajar cuando se representa al país. Sin embargo, de todo lo que ha sucedido y he vivido en mis años como deportista, la más dolorosa fue en 2015, cuando nombraron a un entrenador que había realizado un acto fraudulento en el Interligas de 2013. Y aunque se pasó una carta protestando por ese nombramiento, se presentaron suficientes personas al proceso de Selección Colombia para sacar un equipo.

Más allá de que este torneo dejó en evidencia el distanciamiento entre los equipos colombianos, ya que no logramos ponernos de acuerdo de la gravedad del asunto y unirnos como categoría, lo más triste es que el acto de no presentarse no fue visto como un boicot ante la persona que fue puesta a cargo del equipo, sino como falta de interés de la categoría femenina en representar al país en mundiales. Este suceso llevó a que en 2016 y 2017 ni siquiera se convocará a la categoría. Para 2018, con un nuevo grupo de entrenadores, se volvió a hacer la convocatoria. La respuesta en la categoría juvenil fue bastante buena, se armó un equipo con jugadoras jóvenes y más que listas para jugar su primer mundial. Pero tristemente la respuesta en la categoría mayores fue prácticamente nula, muy seguramente por las malas experiencias de los últimos 3 años.

El 2019 fue un poco diferente, haber visto a las juveniles despertó algo en las jugadoras. Ese año sí se presentaron jugadoras para mayores y juvenil, pero desafortunadamente el final no fue el esperado: después de un par de meses de entrenamiento se informó que la Federación Colombiana de Patinaje no iba a patrocinar el viaje en su totalidad, y cada deportista debía poner 14 millones de pesos para poder costear el torneo. Hasta ahí llegó la categoría mayores femenina, ya que la mayoría de nosotras estamos entrando en edad laboral o nos encontramos en los primeros años laborales y sacar esa suma de dinero para un torneo no es una opción, sin importar qué tanto amor patrio se tenga.

Las restricciones sanitarias durante 2020 paralizaron el deporte, ahora solo queda esperar a ver qué sucederá con el mundial del 2021, que se jugará en nuestro país en la ciudad de Cartagena. Hasta ahora hemos logrado llevar procesos de ambas categorías, y a pesar de tener altibajos seguimos entrenando y avanzando, logrando incluso un primer y segundo puesto en el Campeonato Panamericano de Naciones que se jugó en Bogotá a finales de Marzo.

Otra gran brecha que se ha estado abriendo en los últimos años tiene que ver con el manejo de los torneos. Hace muchos años estos eran iguales para todas las categorías, fueran semestrales o de fin de semana, pero hubo una época reciente en la cual el énfasis pasó completamente a los mayores varones: se celebraban dos torneos dirigidos únicamente a ellos, un campeonato en Bogotá llamado Liga Capitalina, en el cual se empezó a jugar a reloj detenido, lo cual hace los partidos más exigentes, y las fases definitivas se jugaban a playoff, el mejor de 3 partidos. Cabe agregar que este torneo tenía un premio monetario para el mejor portero, mejor jugador y el equipo campeón. 

El otro torneo exclusivamente masculino es uno llamado PIHA Colombia, también tiene un sistema de tiempo detenido y playoff, con la diferencia de que en vez de dar premio monetario se gana un viaje a Estados Unidos para representar al país. Respecto a este último aspecto hablé con Santiago Fierro, el organizador de PIHA Colombia y Play Hockey Colombia, quien aunque no descarta que en un futuro no muy lejano se pueda organizar un PIHA femenino, o por lo menos un formato similar, me dijo que no se puede garantizar que se pueda organizar en Colombia. No ha sido la transición más fácil pero afortunadamente este formato de torneos ya está generalizado (sin contar los ajustes de pandemia) y en general todas las categorías logran el mismo tiempo de juego, buscando así mantener un nivel de competencia alto a lo largo del año con miras siempre al mundial. Todavía sólo la categoría mayores varones es la única que tiene premio monetario, pero también tienen un valor de inscripción muchísimo más alto que el resto, unas por otras. 

Adicionalmente, y con lo previamente comentado acerca de los estereotipos y las ideas culturales negativas que existen frente a la mujer practicando deporte, se puede evidenciar en el hockey femenino que el ingreso de jugadoras no es constante. Entiéndase, cada año ingresan niñas, sencillamente en algunos años ingresan suficientes para armar nuevamente la categoría, en otros momentos quizá solo un par de nuevas jugadoras en todo el país, motivo que sube y baja la constancia y el nivel del deporte al no poder hacer un relevo generacional natural.

A pesar de la pandemia este año la categoría femenina tiene un número saludable de jugadoras en el país, pero la noticia no es del todo buena, ya que no tengo datos de todos los clubes, pero sí de uno bogotano que por conocimiento de los equipos colombianos creo que refleja nuestra realidad: de todos sus afiliados, tan solo el 24.44% son niñas y mujeres, entre deportistas y administrativos. Así no hayamos perdido muchas jugadoras en este último año, el número sencillamente es bajo, y estas cifras son respaldadas por el IDRD, quien aseguró que el 27.8% de las mujeres mayores de 13 años en Bogotá practican algún deporte y solo el 10.2% afirma haber participado en algún torneo, no somos ni la tercera parte de los deportistas bogotanos. 

Hace aproximadamente 10 años hubo un boom y entraron más o menos unas 30 mujeres a practicar el deporte, esto evidentemente ayudó a que subiera el nivel y aumentó la cantidad de equipos en Colombia. Sin embargo, si hoy en día se revisa con detenimiento, hay un máximo de 5 jugadoras en categorías de formación por club, lo cual, si se proyecta a unos años, puede significar la desaparición de la categoría ante la falta de jugadoras. Hasta ahora hemos podido evitar que eso suceda, pero con las más veteranas entrando en edad laboral, quizá de formar familia, esta falta de nuevas deportistas nos puede afectar gravemente. Así se entiende por qué no estamos creciendo como deporte femenino, más allá de que la gente no conozca del deporte y de que quizá existan varios estigmas relacionados con las niñas y mujeres practicando el hockey en línea, hasta hace muy poco se empezaron a proyectar metas en la categoría, tanto a nivel Selección Colombia como clubes. Espero que no sea ya demasiado tarde.

IV

Ahora, es probable que las inadecuadas concepciones del deporte sean las causantes de esta falta de niñas empezando a jugar desde temprana edad. Lo digo por experiencia propia e innumerables comentarios que he escuchado de otras compañeras a quienes no les creen que jueguen hockey porque es un deporte “violento y para hombres”. Es preciso entonces, hablar de mi experiencia emocional y física en el deporte. 

Primero, el hockey sí es un deporte fuerte y de contacto, pero no es peligroso, ni sucio y mucho menos solo para hombres. De hecho, lo más admirado en un jugador de hockey en línea son sus manos, su suavidad y habilidad para mover el puck, no qué tan fuerte o duro golpea a otro. También es una completa mentira que practicar un deporte tan fuerte “masculiniza” el cuerpo, primero porque el cuerpo de un jugador de hockey no requiere músculos tan marcados, segundo porque si algo da este deporte es cola y piernas (no saben lo terrible que es comprar un pantalón que sí quede bien); nos la pasamos patinando ¿qué más se puede esperar? Obvio he tenido mis lesiones, he tenido choques, morados, golpes, y aún así tengo una vida sana. Vivo feliz de haberme enamorado de este deporte.

Segundo, la disciplina. “No puedo, tengo entrenamiento”, 4 palabras que hicieron que mis compañeros de colegio y universidad una y otra vez me voltearan los ojos. Nunca lograron entender que tenía que asistir, que mi compromiso con el equipo estaba por encima de cualquier salida. La disciplina es una de las cosas más valiosas que me ha dado el deporte, ya que no solo la aplico a mi vida deportiva, sino a todos los aspectos. Es lo que me ayudó a siempre cumplir con todas las tareas y exámenes en ambas facetas de mi vida educativa; rara vez falté a entrenamiento y nunca quedé mal con mis trabajos, me aseguraba siempre de organizar mi tiempo de tal manera que podía completar todo a lo que me había comprometido. Creo que lo más interesante es que nunca lo vi como un sacrificio, después de cierto punto ya se volvió parte de mi rutina, tenía un compromiso con mis compañeras y conmigo de estar presente y sencillamente lo hacía, costumbre que sigo manteniendo hoy en día.

V

Fotografía de Kate T. Parker (EE.UU, 2017)

Como parte de mi tesis de grado me propuse realizar una serie fotográfica que siguiera a las jugadoras en todos los momentos de un torneo, la idea era difundir y detallar una mirada al mundo del hockey femenino. Aunque no tenía claro cómo quería mostrar lo que quería mostrar, tenía claro que quería mantener cierta distancia, hacer un trabajo de fotografía documental en una situación en la que ellas supieran que yo estaba ahí pero no en qué momento les estaba tomando fotos, sin embargo, había un tema logístico: yo no me podía meter a la pista durante un partido en desarrollo, no solo por temas de seguridad sino de reglas del juego, además de tener que mantener cierta distancia con las bancas de los equipos que están compitiendo en ese momento.

Empecé entonces realizando únicamente lo que puede considerarse como las típicas fotos de deportes, solo de acción, de momentos dentro de la pista. No estaba mal, se podían ver aspectos técnicos de las jugadoras, sus habilidades de juego. Sin embargo, las imágenes se veían distantes, no transmitían completamente el mensaje que buscaba. Al poco tiempo de haber empezado se me aconsejó que cerrara y abriera mis encuadres, tanto para revelar intimidades como para contextualizar. Se me aconsejó que intentara contar una historia a través de las imágenes, lo cual implicaba realizar fotografías de todos los momentos de un partido, tanto dentro como fuera de la pista y después de haber jugado.

Mi gran referente fotográfico es Kate T. Parker, más específicamente sus imágenes de Strong is the new pretty. Kate Parker es una fotógrafa estadounidense que hace trabajo de fine art, así como piezas comerciales. En su época universitaria fue jugadora de fútbol al más alto nivel, lo cual fue otro de los motivos detrás de este proyecto. En una entrevista para CNN, Parker comentó cómo su proyecto inició debido a su interés de demostrarle a sus hijas que sin importar cómo se vieran en las fotografías, siguen siendo bellas sin necesidad de faldas, vestidos o algo rosa. Vio como las mejores fotografías de sus hijas eran aquellas en las que eran ellas mismas, sin importar cómo estuvieran en ese momento: locas, sucias, juguetonas, tranquilas, bravas; no tenían que posar a la cámara de cierta manera para verse bellas. Cuenta que empezó a subir estas fotografías a redes sociales al darse cuenta que podían ser una herramienta para combatir los mensajes que los medios de comunicación suelen enviar a las mujeres: que la belleza está definida por cierto tipo de ropa, color o accesorio.

Parker empezó a viajar por todo Estados Unidos, retratando a distintas niñas y jóvenes realizando diversas actividades, y descubriendo que la belleza es infinita, que no se manifiesta de una sola manera, y que la fortaleza también puede ser bella, bien sea alguien fuerte porque está luchando contra una enfermedad grave, o contra estereotipos femeninos y masculinos. Así en este momento Parker sea mi gran referente, curiosamente mi inspiración para el proyecto de grado no surgió a raíz de ver este trabajo de ella, fueron otros temas personales los cuales me guiaron, y aun los temas se entrelazan en muchísimos aspectos, demostrando que el tema que ella quiere tocar es universal, que los estereotipos de qué es ser mujer y qué es femenino siguen vigentes. Yo creo que en este momento todavía existen grandes estereotipos hacia la mujer deportista y hacia el hockey, y es por ello que uno de mis objetivos es mostrar que hay belleza en la fuerza, en hacer deporte. Adicionalmente me gusta cómo el énfasis está en los sujetos fotografiados, volviendo el fondo en algo menos importante aunque se alcance a identificar en qué lugar se encuentran las deportistas.

Tras casi 20 años de carrera deportiva honestamente puedo decir que miro para atrás y solo sonrío. Sí he tenido momentos tristes, sí he perdido partidos que han dolido hasta lo más profundo, pero definitivamente lo bueno sobrepasa lo malo. Lo primero y más importante: las grandes amistades que me ha dejado este deporte. Por distintos motivos he sido parte de varios equipos dentro del país y eso me ha permitido crear lazos de amistad con jugadoras que hoy en día no son parte de mi club, también ser parte de procesos tanto de selección Bogotá como Colombia ayuda, ya que por un periodo de tiempo esa persona deja de ser mi rival y pasa a ser mi compañera, ambas trabajando juntas por el mismo objetivo. Y me gustaría detenerme un momento en este punto, ya que creo que es algo que enseña el deporte que no se valora lo suficiente: yo tengo rivales, no enemigos, y debo tratar dentro y fuera de la cancha a todos con ese respeto, ya que no se sabe en qué momento se presente algún cambio o proceso y deba convivir y jugar con esa persona. Tristemente siento y veo que no es el pensamiento más popular dentro de la comunidad, he visto y escuchado comentarios que dejan claro que esas barreras siguen arriba y de todo corazón espero caigan, yo intento tumbarlas tanto por mi comportamiento como jugadora como implementando esta mentalidad con los chicos y chicas que actualmente entreno.

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